¿Por qué Juan Carlos? Franco y la restauración de la Monarquía de Francisco Torres García

¿Por qué Juan Carlos? Franco y la restauración de la Monarquía de Francisco Torres García

 

Notas obtenidas por gentileza de Ángel Maestro sobre el libro de Torres, Francisco: ¿Por qué Juan Carlos? Franco y la restauración de la Monarquía, ed. Denuncia, Madrid 2000, 846 págs.

 

Desde que Sainz Rodríguez publicó en su libro Testimonios y recuerdos (1978) lo fundamental de la correspondencia entre Franco y el Conde de Barcelona, se ha escrito mucho sobre la operación restauradora de Franco. Entre tan extensa bibliografía, en gran parte palatina y adulatoria, destaca por su objetividad la obra de De la Cierva Don Juan de Borbón (1997). Parecía difícil ir más lejos en el esclarecimiento de los hechos y, sin embargo, Torres lo ha logrado sobre la base de una ingente documentación que se refleja en millares de notas y referencias. En medio de tanto dato, ¿cuáles son las principales conclusiones de esta investigación?

1. La versatilidad de don Juan. La primera exposición de los cambios de don Juan se publicó en estas columnas (vid. G. Fernández de la Mora: "Don Juan de Borbón", en Razón Española, núm. 60, julio de 1993, págs. 33-58) y, desde entonces, los historiadores no han podido rehuir la cuestión. Ahora Torres, apoyado en textos irrebatibles, es definitivamente rotundo y enumera "los bandazos constantes" (p. 512) y concluye que "las posiciones ideológicas de don Juan variaban con el viento de los acontecimientos y con el interlocutor al que se dirigiera» (p. 638). El Conde de Barcelona osciló entre el halago y el ultimátum a Franco, entre la adhesión al Movimiento y los pactos con rojos.

2. El monarquismo de Franco. En declaraciones publicadas por ABC de Sevilla en 1937, Franco declara acerca de la monarquía: "Mis preferencias desde antiguo son bien conocidas". Y, como demuestra documentalmente el autor, persiste en ese monarquismo durante toda su vida. ¿Convicción especulativa o emocional? Torres se inclina, con razón, por definir el monarquismo de Franco como "sentimental" (p. 30).

3. La designación de sucesor. Franco podía haber instaurado la realeza en España con el príncipe que hubiera querido. Sobraban candidatos, desde Otón de Habsburgo hasta Hugo de Borbón-Parma. El autor demuestra que Franco jamás concibió otra línea que no fuera la establecida por Alfonso XIII en el tercero de sus hijos, Juan, y, durante años, pensó sólo en él como futuro rey. Incluso después del Manifiesto de Lausana, Franco no eliminó al Infante. Fue el propio don Juan quien con sus bandazos llevó a Franco a descartarlo, a pesar de "haber intentado una y otra vez convencerle para que fuera ese rey" (p. 327) identificado con el espíritu y con la obra del nuevo Estado. ¿Cuándo tomó la decisión de proponer a don Juan Carlos? Según doña Sofía, ya antes de su boda. Según Pemán, Franco le insinuó en 1964 que se inclinaba por el hijo. Pero Torres prefiere la fecha de 1954, que es cuando Franco escribe al Conde de Barcelona que don Juan Carlos debe estudiar en España "para prepararse para responder en su día a los deberes y obligaciones que la dirección de la nación entraña". De todo ello se deduce que don Juan habría sido rey de España a la muerte de Franco si hubiera persistido en su inicial antiliberalismo y adhesión al alzamiento de 1936. Lo impidieron sus consejeros y su falta de firme criterio.

4. La II Restauración. Franco dijo a don Juan Carlos que tendría que gobernar de modo diferente que él, cosa obvia pues las Leyes Fundamentales configuraban unos poderes regios limitados. Pero siempre concibió la monarquía instaurada como una continuidad. Por eso se exigió a don Juan Carlos el solemne juramento de "total identificación con los Principios del Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino" (p. 759), juramento que fue reiteradamente prestado por don Juan Carlos ante las Cortes e incluso ante el Consejo de la Vieja Guardia. No obstante, el nuevo monarca fue el "motor del cambio político" (p. 771), el "desmantelador" y "enterrador" (p. 789) del régimen que lo había designado. ¿Cómo fue posible? Gracias a lo que el autor denomina "un golpe de Estado legislativo" (p. 717), porque Franco y los legisladores no previeron que "el Jefe del Estado se convirtiera en el elemento activo que impulsara la conculcación de los Principios" (p. 717), o sea, "que fuese el propio monarca quien decidiera poner en marcha el proceso de desmantelamiento del Nuevo Estado que había hecho posible el regreso de la monarquía" (p. 820). Hay que añadir que ni siquiera el genocida de Paracuellos lo previó cuando era el líder del PC en los años 70.

5. El agonista. Es muy conocida la sentencia "la derrota no tiene padres, la victoria muchísimos". Después de efectuada la coronación de don Juan Carlos han proliferado los que se atribuían el protagonismo en la operación. Pero muchos de ellos eran ajenos a la política cuando Franco configuró a España como Reino por la Ley de Sucesión de 26 de julio de 1947. Sólo de Franco fue la decisión de inclinarse por don Juan Carlos desde, por lo menos, 1954. Aunque la presión de Carrero y otros quizás adelantara el nombramiento de un sucesor, "la designación fue única y exclusivamente de Franco" (p. 734). En suma, sin Franco no habría monarquía, y todos los libros que se escriben sobre la instauración no habrían ni siquiera sido pensados. Los herederos de Alfonso XIII estarían tan olvidados como los de Faruk de Egipto. Mayoritariamente los falangistas eran republicanos, y los carlistas no eran juanistas; cuando Franco impuso a don Juan Carlos fue, por primera y única vez, más allá de los ideales cuya realización se le había confiado en 1936. Sólo hay un "agonista" de la instauración, Franco.

6. Los futuribles. ¿Qué hubiera sucedido si Franco renuncia al poder que le habían confiado los españoles victoriosos y lo entrega a la dinastía de Alfonso XIII? Los filósofos no aconsejan este tipo de especulaciones con los futuros contingentes, pero en política son habituales. El autor aporta el testimonio de uno de los cronistas más áulicos e imaginativos quien atribuye al nada sospechoso Sainz Rodríguez esta opinión: "Si la monarquía se hubiese restaurado en 1945, el Frente Popular se la hubiera llevado por delante en las primeras elecciones y Stalin se hubiera adueñado de España" (p. 456). Es lo más verosímil. El triunfo electoral socialista fue en 1982, pero ya con industrialización, con las clases medias creadas por Franco, y con el comunismo en caída libre.

Las conclusiones históricas de Torres son irrebatibles, lo cual no obsta para que los aduladores palatinos, los políticos resentidos o remunerados, y los escribas dóciles a las consignas continúen falsificando los hechos, aunque éstos siempre acaben imponiéndose. Torres ha realizado un inmenso esfuerzo de documentación y de exégesis textual para presentar un panorama objetivo del que se podrá discrepar en detalles, pero no en la línea general.

Un libro muy importante sobre Franco, quien probablemente pasará a la Historia universal, entre otras gestas, como el último instaurador de una monarquía hereditaria en Occidente.

 

 

Francisco Torres García, historiador, escritor y profesor de Secundaria.

En la actualidad, además de ejercer la docencia, colabora con los medios digitales "Diario YA", "Alerta Digital", "Tradición Digital" y en el semanario "La Nación".

Desde su fundación actúa como portavoz del partido socialcristiano Alternativa Española (AES).

Es autor de varios libros y numerosos artículos tanto históricos como políticos.

Ha escrito:

"La División Azul cincuenta años después" (Madrid 1991)

"¿Por qué Juan Carlos? Franco y la restauración de la monarquía" (Madrid 1999)

"Franco o la venganza de la historia" (Madrid 2000)

 

En colaboración con Ángel Salamanca, "Esclavos de Stalin. El combate final de la División Azul" (Madrid 2002)

Seguir su blog Laestantería https://laestanteria.blogia.com/

 

Otras fuentes:

https://www.casadellibro.com/libro-por-que-juan-carlos-franco-y-la-restauracion-de-la-monarquia/9788473780476/678310